Objeto de culto y veneración de la comunidad del Maule, este crucifijo de madera tallada y policromada se creó en Quito entre los siglos XVIII y XIX. Representa a Cristo en la cruz y fue parte de la imaginería religiosa usada con fines evangélicos en el territorio americano durante la Colonia.
Estuvo muchos años en Linares: primero en la capilla de San Miguel y luego en el edificio de la diócesis, hasta que el obispo Augusto Salinas la donó al Museo de Arte y Artesanía de esa ciudad.
El director de esa institución, Pedro Olmos, la donó a su vez a su símil de Yerbas Buenas, cuando la antigua casa del brigadier Pareja abrió como Museo el 29 de octubre de 1976. Desde entonces el crucifijo ésta en exhibición.
La obra representa a Cristo agónico en la Cruz, tiene los ojos abiertos vueltos hacia arriba, sin la llaga de lanza en el costado derecho y la boca abierta, señales que indican que representa el momento anterior a su muerte.
Rasgos distintivos de la obra y restauración
El Laboratorio de Escultura y Monumentos del Centro Nacional de Conservación y Restauración, realizó estudios contextuales, el diagnóstico y los tratamientos de conservación y restauración de esta escultura en 2011, en el marco del proyecto "Programa de estudio y restauración de obras, puesta en valor de las colecciones Dibam".
En ese momento no había antecedentes sobre su origen, por lo que fue analizada por los especialistas en arte colonial Rolando Báez, Juan Manuel Martínez y Rodrigo Valenzuela. Los expertos observaron esta imagen tres elementos distintivos:
- Las extremidades cortas de la figura de Cristo
- Efecto brillante de la policromía
- Máscara, pies y manos desmontables, superpuestos al cuerpo de Cristo
Estas características son propias de las esculturas realizadas por escuelas quiteñas, por lo que concluyeron que fue creada por estos artistas, que añadieron un colorido propio al arte barroco religioso español.
Luego de diversos análisis tecnológicos y la detección pormenorizada de sus problemas, la obra fue intervenida.
Debido a que es una de las piezas más importantes para el Museo y aún es objeto de devoción, se optó por una intervención estética más acabada en sus manos y carnaciones.
Su restauración terminó en diciembre de 2011 y los resultados fueron óptimos, pues se estabilizó su estructura de madera lo que permitió el montaje de la figura en la cruz.
El proceso permitió recuperar la unidad estética de la pieza, la que quedó en condiciones para ser exhibida en el Museo Histórico de Yerbas Buenas, donde se ubica en la actualidad a ojos de visitantes y devotos.